Leyendo el «Resumen Ejecutivo del Informe de Evaluación del Sistema de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia (SAADS)», publicado este pasado mes de septiembre por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de España, me quedo perplejo de lo poco que hemos avanzado.
Todo el planteamiento del actual sistema de atención a la dependencia sigue girando de forma exclusiva en torno al papel de las personas cuidadoras, sin mencionar apenas la importancia de las prestaciones privadas domiciliarias, que tantas necesidades están cubriendo de forma efectiva en nuestro país.
Según los últimos datos publicados esta misma semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2072 el 12% de la población española tendrá 80 años o más, esto es, el doble del 6% que representa actualmente. Y más aún: de las 14.287 personas centenarias actuales, las proyecciones indican que pasaremos a más de 227.000 en tan solo los próximos 50 años.
De nuevo, nos encontramos ante unas cifras que vuelven a confirmar la tendencia de acusado envejecimiento de la población en España, lo que sin duda alguna conllevará un incremento sustancial de las situaciones de dependencia y de los problemas de autonomía y movilidad.
Y, sin embargo, el plan estratégico para las próximas décadas sigue poniendo el foco de forma exclusiva en las personas cuidadoras y en los servicios públicos de atención sanitaria y social, pese a la evidente falta de recursos para atender unas necesidades crecientes, y relegando el potencial que las iniciativas privadas podemos aportar para el cuidado de nuestros mayores.
La colaboración público-privada es la única vía para la plena y sostenible atención a la dependencia, especialmente en el área sanitaria. Por ejemplo, si debemos contratar a una persona cuidadora porque la persona dependiente no puede moverse, ¿por qué no pensamos que esa misma persona necesitará un óptico, un dentista, un podólogo o un audiólogo que pueda atenderla en su propio domicilio?
Nos preocupa que nuestros dependientes estén atendidos, pero no nos estamos preocupando por su dignidad, por su calidad de vida, y por sus derechos fundamentales como son el poder relacionarse (ver, oír, hablar), el poder comer (masticando con normalidad) o el poder vivir sin dolor (evitable).
Como hemos hecho siempre, desde Dental Residency tendemos la mano a la Administración para que cuente con nosotros para la elaboración y ejecución de los planes de atención a la dependencia. Del diseño de un modelo amplio, eficiente e integrador dependen ya no solo la salud y el bienestar de miles de personas mayores y personas con discapacidad, sino el modelo mismo de sociedad de presente y de futuro que queramos construir.
Artículo de Sergi Comas, cofundador y CEO de Dental Residency