La recesión gingival se define como el proceso de retracción de las encías, tanto localizado como a nivel general, lo que ocasiona que queden al descubierto partes del diente que anteriormente se encontraban ocultas, y que consiguientemente sean vulnerables a los factores externos. Si bien entre sus causas podemos encontrar tanto factores de predisposición como desencadenantes, se considera que es una afección multifactorial, en la que concurren múltiples aspectos.
Debemos tener presente que esta retracción de las encías es un fenómeno común y gradual asociado a la edad, ya que es mucho más frecuente a partir de los 50 años, y en la que con mucha probabilidad inciden el efecto acumulativo de otras pequeñas patologías y los traumatismos menores que se han ido produciendo a lo largo de la vida.
Entre los factores etiológicos podemos mencionar aspectos como la mala alineación de los dientes, los ajustes incorrectos de las prótesis, las lesiones inflamatorias inducidas por placa bacteriana o enfermedad de las encías, o incluso traumatismos propiciados por un cepillado incorrecto o agresivo.
Cabe señalar también que en el caso de las personas mayores juega un papel importante la xerostomía o sequedad bucal. Este descenso en la producción de saliva, que en muchas ocasiones va asociada al uso de determinados fármacos, propicia un descenso en la protección natural de la boca y los dientes.
La retracción de las encías puede ser un desencadenante de varios problemas para los pacientes afectados, entre los que podemos mencionar la hipersensibilidad dental, las caries radiculares que afectan a la raíz del diente, y varias alteraciones a nivel estético que pueden favorecer el retraimiento social por la vergüenza e incomodidad al sonreír o comunicarse.
El éxito del tratamiento de la recesión gingival dependerá de forma directa de establecer un diagnóstico exacto de sus causas. Es fundamental identificar los factores de riesgo responsables, y separar los que pueden ser modificados de aquellos que no resulta posible. Este es un aspecto de gran relevancia, ya que los factores no modificables pueden suponer una contraindicación para ciertos tratamientos.
Por ejemplo, el tabaquismo, la inadecuada higiene oral, o el uso inapropiado de elementos en la encía como los palillos, son factores modificables sobre los que se puede trabajar reeducando la conducta del paciente y fomentando unos adecuados hábitos de salud bucodental.
Por el contrario, otros factores como la malposición severa de los dientes, o la pérdida de hueso interproximal que rodea los dientes, pueden requerir otras intervenciones previas al propio abordaje de la recesión. Entre estos podemos mencionar el tratamiento ortodóncico para corregir la posición de los dientes, o los procedimientos de regeneración ósea para dotar al hueso maxilar del volumen adecuado.
En cuanto al tratamiento de la recesión gingival en sí, el abordaje principal son diversos procedimientos quirúrgicos orientados a la reconstrucción del tejido, que suelen presentar una mayor tasa de éxito cuando no se ha producido una pérdida de hueso interproximal, o bien esta ha sido corregida.
La cirugía periodontal en estos pacientes tiene como finalidad cubrir las superficies denudadas de las raíces de los dientes, y corregir los defectos mucogingivales mejorando la calidad de los tejidos blandos alrededor de los dientes. Los procedimientos pueden ser variados, y entre los más habituales podemos mencionar los autoinjertos de tejidos blandos libres del paladar, los autoinjertos pediculados o colgajos rotacionales o coronales, o las técnicas basadas en la regeneración tisular guiada (RTG) o la utilización de proteínas bioactivas.
La detección precoz es fundamental para el buen pronóstico, por lo que debemos estar atentos a signos como el alargamiento de los dientes, la inflamación y sangrado de las encías, las molestias o dolor al masticar, o la halitosis o mal aliento, por citar algunos de los más habituales.
Y como siempre recordamos desde Dental Residency, es importante que llevemos a cabo un seguimiento de nuestra salud bucodental mediante revisiones periódicas con nuestro odontólogo, y desarrollemos y mantengamos unos hábitos de higiene óptimos que contribuyan a preservar tanto la buena salud de nuestra boca y dientes, como nuestro estado de salud general.